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Los bordados de la colección de textiles litúrgicos

Paloma bordada en relieve: símbolo del Espíritu Santo

El bordado es una técnica decorativa que consiste en aplicar, con hilo y aguja, una ornamentación sobre un fondo (o tela). Desde tiempos inmemoriales ha cumplido una función principal en el adorno del vestuario, los accesorios personales y el mobiliario secular y eclesiástico. 

Del extraordinario conjunto de 483 textiles litúrgicos pertenecientes a la Orden de Predicadores de Chile que conserva el Museo Histórico Dominico (MHD), solo 110 presentan algún tipo de bordado. Estos son una muestra representativa de la persistencia del lenguaje simbólico que la religión católica utilizó por largos siglos para llevar a cabo su misión evangelizadora; una tradición que perduró hasta 1965, cuando –por disposición establecida en el Concilio Vaticano II– la tipología de piezas que el museo resguarda entró en desuso. 

La Colección de Textiles Litúrgicos del MHD, reúne un conjunto de objetos que, de cumplir una función específica dentro del contexto ritual de la liturgia, pasaron a convertirse en piezas dignas de exhibición. Junto con admirar su profunda belleza estética, el observador contemporáneo puede descubrir en ellas la particular forma en que se transmitían los mensajes del culto y acceder a un testimonio histórico de la construcción social de la fe. 

Utilizados en el contexto ritual del servicio católico –ya como vestimenta, ya como ornamentos–, los textiles litúrgicos a los que hacemos referencia corresponden a prendas sujetas a normas bastante rígidas, que se mantuvieron invariables durante siglos. Su estética respondía a la utilización de materiales nobles y de un repertorio de elementos simbólicos que, en conjunto, conferían al culto la teatralidad necesaria para reforzar el mensaje divino: colores escogidos según lo establecido en el calendario litúrgico (rojo, blanco, verde, morado o violeta, negro, dorado, rosado y celeste); cortes destinados a ocultar la corporeidad humana (holgados y de peso considerable por el uso de telas robustas como terciopelos, damascos, brocados y tisúes, dispuestas en capas –forro, entretela y tela–); y ornamentos que añadían estructura, simbolismo, brillo y color, generalmente bajo la forma de exquisitos bordados elaborados con hilos de seda, oro y plata. 

La elección de los materiales para confeccionar los bordados, además de dar esplendor y realce a las piezas litúrgicas, buscaba generar una atmósfera etérea, en concordancia con la ambientación del espacio donde –por definición– serían vistas y empleadas: el templo. Además de contribuir a crear una atmósfera propicia al culto, los bordados tenían la función de comunicar a los asistentes determinados mensajes y conceptos –en ocasiones, de gran abstracción–, los cuales se representaban por medio de imágenes.

Por todo lo anterior, aquellos elementos que decoran la indumentaria religiosa revisten gran interés, tanto desde la perspectiva funcional como patrimonial.

Descarga el artículo completo "Resplandor divino: Una aproximación histórico-técnica a los bordados de la colección textil del Museo Histórico Dominico", por Verónica Menares y Daniela Castillo.